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La Psicopedagogía Clínica
y la Salud Mental





17 de noviembre de 2023

Si comprendemos la salud mental como el resultado de todas aquellas acciones que, tanto la persona como la sociedad, realizan con el objeto de facilitar, a la persona humana, el óptimo funcionamiento de sus capacidades psicológicas, orientadas axiológicamente, fácil resulta comprender que el vasto campo de la psicología, cuando aplica sus particulares técnicas y procedimientos, nos dirige hacia la llamada psicología aplicada.

Se comprende el concepto de psicología aplicada como la ejecución práctica de las técnicas y conocimientos de la psicología general para contribuir a la solución de problemas humanos específicos.

El concepto de psicología aplicada es inseparable al de la práctica de la psicología como actividad profesional ética y competente.

La psicología general se va volviendo aplicada cuando, poco a poco, se van logrando registrar los hechos de la conducta del hombre, cuando se identifican, estudian y resuelven los problemas del aprendizaje, los procesos del pensamiento, cuando se definen operativamente conceptos como aptitudes, intereses inteligencia, rasgos de personalidad, etc. y se actúa sobre ellos.

Su desarrollo definitivo se enmarca en el período histórico comprendido entre las dos guerras mundiales. Recordemos que en esa época hubo necesidad de reorganizar la industria y, especialmente, colaborar con las fuerzas armadas para identificar y seleccionar a las personas que fueran las más aptas para tal o cual actividad, buscando su rendimiento óptimo según la selección realizada (personal para la marina, fuerza aérea, infantería, mantenimiento, comunicaciones etc.)

Ahora los campos de actividad profesional de la psicología abarcan desde la selección de personal en empresas, pasando por la orientación a los jóvenes para elegir carrera profesional, la enseñanza y/o terapia de niños con dificultades o problemas de aprendizaje, hasta el diagnóstico, tratamiento y prevención de alteraciones de las relaciones humanas y de la personalidad, entre otros campos.

Generalmente se divide esta aplicación de la psicología general en áreas específicas como son:

- Psicología evolutiva (subdividida en: prenatal, infantil, adolescente, adulto, geriátrica)

- Psicología Industrial

- Psicología Vocacional

- Psicología Social

- Psicopedagogía

- Psicología Clínica

- Otras.

Iniciamos estas consideraciones afirmando que la psicología evolutiva constituye una especie de hilo conductor que permite comprender a todas y cada una de las diferentes áreas de aplicación profesional de la psicología en general.

La psicología evolutiva estudia el desarrollo y evolución del psiquismo humano, atendiendo las diferentes épocas o etapas del desarrollo de la personalidad.

Abarca desde la etapa intrauterina, la época de la niñez, la adolescencia, la época de la edad adulta hasta la vejez, senectud o tercera edad.

La psicología evolutiva trata, pues, del estudio de los fenómenos psicológicos del ser humano pero en cuanto se van manifestando o desarrollando a lo largo de los diferentes períodos de la vida.

Para una adecuada comprensión de la psicología evolutiva, debe reconocerse que las diferentes etapas del desarrollo psicológico no tienen, entre si, límites precisos sino más bien límites relativos que se establecen más con fines didácticos que reales. Lo anterior es válido no solo para límites cronológicos sino también para rasgos de conducta, aspectos emocionales y aptitudes del proceso enseñanza-aprendizaje.

No obstante lo anterior, es también cierto que una vez instalada una etapa nueva, se espera que los rasgos propios de la anterior sean superados o modulados de acuerdo a las nuevas exigencias de la vida del hombre. Así se entiende que es propio del inicio de la etapa de la niñez que el niño aprenda a leer y escribir, pero que conforme avanza en su desarrollo psicomotriz y de maduración neuropsicológica, ese rasgo infantil se va perfeccionando y así se espera que pasados los 6-7 años de edad el niño haya incorporado nuevos elementos psicoeducativos que permitan incorporar otros y más complejos saberes.

Es importante recordar que antiguamente se cuestionaba el poder determinar, con precisión, el inicio de la actividad psíquica individual. Actualmente se sabe, con suficiente criterio científico, basado en evidencia, que la vida psíquica del hombre se inicia desde la etapa prenatal. Existen ya, en este nivel de desarrollo, manifestaciones emocionales tanto sincrónicas con la emotividad de la madre como independientes de ésta.

Estudios de neuroimágenes funcionales (tomografía por emisión de positrones) demuestran la “tranquilidad” emocional del niño –nasciturus- cuando la madre se encuentra en un estado emocional apacible y también lo contrario, cuando ella tiene un estado de intranquilidad, aflicción o congoja el estado emocional del niño se altera. Los estudios de Cogollor han demostrado, incluso, el llanto del niño, aún no nacido, como expresión de un particular estado emocional y patéticas resultan las imágenes filmadas y presentadas por el Profesor Nathanson de las reacciones emocionales del niño momentos antes y durante su asesinato, durante el aborto provocado. Las anteriores experiencias son evidencias contundentes de la vida psíquica presente ya en la etapa intrauterina.

Comprendida la importancia del proceso psicoevolutivo que acompaña a la persona humana desde su fecundación y durante toda su vida, es conveniente afirmar, entonces, que la psicopedagogía constituye una herramienta de singular valor en el proceso de la salud mental.

Los trastornos del aprendizaje infantil, cuando se presentan, constituyen, sin duda alguna, unos de los más importantes efectos negativos (noxas del desarrollo infanto-juvenil) por cuanto los niños y/o jóvenes que resultan afectados, desarrollan una autoestima personal muy lastimada y se hace necesario, en aras de conseguir la adecuada salud mental de esas y futuras edades, intervenir con un sólido y competente sentido profesional para resolver los problemas detectados inicialmente en el centro escolar o a través de los ojos de unos padres atentos al desarrollo psicoeducativo de sus hijos.

Resolver, en la etapa infanto juvenil, los trastornos del aprendizaje constituye una de las mejores garantías de la salud mental en los adultos pues la autoestima, debe ser una estructura psicológica sólida que garantice una educación superior o universitaria plena y satisfactoria, así como su futura estabilidad y progreso laboral y estabilidad familiar.

Recordemos que el fundamento de la psicopedagogía es el reconocimiento de que si la educación es la actividad por medio de la cual, el hombre es orientado hacia su perfeccionamiento o madurez, mediante el recurso de métodos o técnicas empleadas por otros, esa actividad educativa será más eficaz si se apoya en los conocimientos de la psicología en áreas específicas como el desarrollo, los intereses, la motivación, manejo de la frustración, los estímulos, etc.

Los antecedentes históricos del desarrollo de esta rama de la psicología, recuerdan los trabajos de Preyer (1882) al publicar un diario sobre el desarrollo de un niño; Binet (1890) con su estudio sobre la inteligencia; Fischer (1917) definiendo el objeto de la psicopedagogía; Buhker, Katz, Gessell y Piaget (1950-60), desarrollando métodos de investigación sobre la percepción y el desarrollo cognitivo del niño y del adolescente.

Modernamente se destacan los trabajos de V. García Hoz, en la Escuela Universitaria de Profesores de FOMENTO, Madrid, y de los interesantes trabajos de González-Simancas, sobre la asistencia psicopedagógica al niño hospitalizado (trabajo realizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra). Estas experiencias clínicas, dirigidas por González-Simancas, constituyen modernamente unas publicaciones científicas de indudable valor clínico en beneficio de los niños que, por alguna razón, han tenido que pasar largos períodos de hospitalización (unidad de niños quemados, o bajo tratamiento con quimioterapia, por ejemplo), interrumpiendo así su proceso social y emocional de enseñanza-aprendizaje con las consiguientes secuelas psicopedagógicas y afectaciones en el proceso de madurez y estabilidad en su personalidad, cuyo equilibrio afectará no solo al propio paciente sino a su grupo familiar en general.

Actualmente se plantean, en este campo, posiciones doctrinarias discrepantes: la consideración de la educación como un proceso de socialización y la consideración de la educación como un cauce para la realización individual. Entre estos polos se sitúa la concepción de la educación personalizada, que propugna por la formación integral del hombre, concediendo su justo lugar a la creatividad, la libertad y la responsabilidad personales con la vinculación hacia los semejantes y la apertura al sentido de trascendencia.

El campo de acción de la psicopedagogía, anteriormente reducido a la creación de programas de educación para niños y adultos “normales”, se ha extendido, con gran éxito y beneficio, a aquellas personas que tienen algún déficit en su capacidad de aprendizaje y los cuales, en el sistema tradicional, quedaban fuera del acto y esfuerzo educativo. Hoy se desarrolla, con éxito, el campo de la psicopedagogía, diagnosticando y tratando dificultades que van desde la dislexia, la disgrafia, la discalculia, problemas de lateralidad, de fonación, inmadurez visomotora, pobre comprensión lectora, trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, hasta la psicoeducación de niños afectados de Síndrome de Down, Síndrome de X frágil, Síndrome de Asperger, autismo infantil y una gran variedad de cromosomopatías.

Concluimos estas reflexiones clínicas afirmado que, actualmente, ninguna clínica que trabaje en servicios profesionales de salud mental de calidad, puede organizarse sin contar con un equipo que integre profesionales de las diferentes disciplinas de la salud mental: médicos psiquiatras de niños, adolescentes y adultos; psicoterapeutas familiares y conyugales; psicólogos clínicos y psicopedagogos, todos con una sólida y permanente formación clínica y axiológica.

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