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El complejo mundo de las ideologías

Darwin Coronado



10 de septiembre de 2021

No cabe duda que el mundo es movido por ideas y una prueba de ello es la existencia de las ideologías a lo largo de la historia de la cultura humana. Ellas condicionan, modifican, dirigen nuestra forma de ser, pensar, sentir y actuar de acuerdo a una forma de entender y visualizar la realidad. Es por ello que han de tener una seria consideración en el campo de la educación -ya sea en el entorno familiar o institucional-, si se quiere llegar a cumplir el fin último de la misma.

El fin último de la educación, es formar integralmente a la persona humana, es decir, contemplar todas las facetas que enriquecen y conforman su naturaleza y llevarla a su máxima expresión y realización como persona. Como define García Hoz el concepto de educar:

«Es el perfeccionamiento intencional de las potencias específicamente humanas.»

Una de estas potencias es la inteligencia, esa capacidad que tiene el hombre de llegar a conocer –por ensayo y error-, la realidad última de las cosas. Un proceso que conlleva tres grandes momentos: el concepto, el juicio y el razonamiento y que como se mencionó anteriormente, también cabe la posibilidad del error.

Se necesita de honestidad intelectual para aceptarlo y volver sobre sus pasos para descubrir la verdad o esencia misma de las cosas. La verdad supone la concordancia entre aquello que afirmamos con lo que pensamos, se refiere a la existencia real y efectiva de algo, de aquí que el concepto de verdad también abarque valores como la honestidad, la sinceridad y la franqueza.

Tristemente la falta de estas ya sea por ignorancia, soberbia o maldad, nos encontramos con distintas formas de pensar o de concebir la realidad, que pueden llevar a la denigración de la persona humana y por ende a desvirtuar su fin último como ser creado: la felicidad.

Este es el caso de las ideologías, las cuales se definen un conjunto de ideas o principios sobre los que se fundamenta una manera particular de ver y entender la realidad. Constan, por un lado, de una base teórica parcializada que conforma ese conjunto de ideas, creencias o principios a través de los cuales se mira la realidad.

Pensar distinto o entender la realidad de otra manera, no es el problema, todos tenemos ese derecho fundamental y nadie nos puede imponer su propia forma de pensar. Pero aquí está el problema real de las ideologías, que complementan su teoría con un programa de acción donde se concretan las estrategias para imponer ya sea de una forma engañosa o violenta su propia visión de la realidad.

Generalmente, se arrogan una representación de la sociedad que generaliza y da pie a un falso derecho de imponer al resto su propia realidad por distintos medios. Basta como muestra: las redes sociales, para ser testigos hoy más que nunca de esa influencia ideológica en todos los estratos de la sociedad.

Donde más impactan las ideologías es en la familia, ya que si esta, si es consciente de su vocación natural, define un marco de valores permanentes que facilitan pautas de conducta bien definidas. Unos valores trascendentes que dan razón y sentido a la propia existencia. Así como constituirse en la primera y más importante escuela de virtudes humanas que conllevan al desarrollo y perfección del hombre.

Y esto es precisamente lo que estorba a estas formas particulares de entender la realidad. La misión de la familia tanto en el ámbito personal como social, se ve hoy por hoy seriamente afectada por las ideologías imperantes en el medio y que constituyen un gran reto.

Que como nos dice el Papa Francisco:

“Hoy, la familia es despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello, auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la humanidad".

Tres son los grandes retos ideológicos que ha de enfrentar la familia en este siglo XXI: el relativismo, el ateísmo y la ideología de género. Las tres coinciden en socavar los valores más trascendentes que han animado la cultura occidental durante siglos, ayudadas por el alcance universal de las redes sociales que se han constituido el mejor medio de difusión.

El relativismo, es todo sistema de pensamiento que afirma que no existen verdades universalmente válidas, ya que toda afirmación depende de condiciones o contextos de la persona o grupo que la afirma. Se plantea el concepto de verdad como una construcción social concluyendo también en que las verdades universales son inexistentes.

No todos los puntos de vista sobre una misma cuestión son igualmente válidos o correctos, la lógica nos dice que uno tiene que ser la verdad y las demás opciones en la medida que se acerquen a la verdad, serán válidas. Por lo tanto si existen verdades absolutas y que estas existen independientemente de que las conozca o no.

El problema del relativismo es que frena la búsqueda de la verdad, porque si todo es válido, qué sentido tiene buscar la verdad. Se pierde el norte. Así mismo, se impone la ley del más fuerte, ya que por distintos intereses, se pueden hacer prevalecer los puntos de vista del que tenga más medios para imponerlos, aunque no sean válidos. Se fomenta el egoísmo y lo peor es que el bien y el mal son subjetivos: como es el caso del aborto.

El ateísmo: es la condición de aquellos que no creen en Dios. El ateo, por lo tanto, es una persona que descree de cualquier tipo de divinidad o de entidad sobrenatural.

Los argumentos a favor del ateísmo abarcan desde aspectos filosóficos a perspectivas sociales e históricas. Las razones para no creer en la divinidad, incluyen argumentos de ausencia de evidencia empírica, el problema del mal, el argumento del dolor y sufrimiento de inocentes, las revelaciones inconsistentes, el rechazo a conceptos sin evidencia científica y el argumento de la no coherencia o escándalos de algunos de los seguidores de una religión, entre otros.

Las recientes estadísticas que muestran un creciente número de gente convirtiéndose al ateísmo, fundamentalmente se dan por Ignorancia y superficialidad, otras porque se pelean con Dios. También por comodidad y últimamente, por moda, está de moda ser ateo.

Un ateo tiene que hacer un ejercicio intelectual de descreimiento ante un fenómeno natural de que el hombre es por naturaleza un ser religioso. Consciente o inconsciente el hombre busca naturalmente a Dios. Desde una perspectiva histórica, se afirma que la religiosidad y la existencia de las religiones es un fenómeno de amplitud universal: no se conoce ningún pueblo sin religión.

Aparte que, en el caso de la religión católica se necesita la fe, esa virtud sobrenatural por la que el hombre entero, se adhiere libremente a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras. Al esfuerzo personal que hace el hombre de buscar a Dios, Él acude con su gracia para encontrarle, conocerle, amarle, servirle y gozarle.

La ideología de género: quizá hoy por hoy, la más mediática y la de mayor influencia en la cultura actual. La ideología de género afirma que las diferencias entre hombre y mujer, sus funciones y roles, no provienen realmente de su naturaleza sexuada, sino que son construcciones sociales –“constructos”-, creadas artificialmente a través de la cultura. Lleva entre otros aspectos, un cambio en el concepto de familia, sexualidad, masculinidad y feminidad, maternidad, legalización del aborto y la aceptación de las uniones de personas homosexuales con los mismos derechos que el matrimonio heterosexual. Implica una nueva forma de ver al ser humano y a la sociedad.

La ideología de género quiere instaurar una cultura sin sexos, pero sí con «orientaciones sexuales», en la que cada individuo, independientemente de las características biológicas con las que nazca, escoja su orientación sexual.

Cabe señalar que esta ideología es parte de la ideología neo-marxista que como tal tiene una visión distorsionada de la realidad, viéndola a través de los esquemas de lucha de clases. De aquí los conceptos de opresores y oprimidos, de explotados y explotadores, de minorías excluidas como los homosexuales, indígenas, etc. Ya Federico Engels, en su libro "El origen de la familia, propiedad privada, estado", sostiene que "el primer antagonismo de clases de la historia incide en el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en el matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra es la del sexo femenino por el masculino".

¿Qué consecuencias tiene para el individuo, la familia y la sociedad?

Si el género es un artificio construido por la sociedad, olvidémonos de la naturaleza humana.

Si al género femenino se le ha atribuido los roles de la maternidad y de la educación de los hijos, hay que "liberar" a la mujer de ese peso, olvidémonos del matrimonio y familia.

Si el género queda reducido a la "opción" u orientación sexual de cada quien, olvidémonos de la masculinidad y la feminidad.

Como podemos ver, las consecuencias son funestas, para el individuo, la familia y la sociedad.

La naturaleza no se puede cambiar, existe una ley natural que ordena todo al bien. Por eso cuando se ataca la naturaleza, esta se venga y se vuelve contra el mismo hombre: Dios perdona siempre, el hombre a veces, la naturaleza nunca. Por eso cuando no se vive de acuerdo a la naturaleza, el fin último del hombre que es la felicidad, se torna más difícil de alcanzar.

¿Cómo puede la familia enfrentar estos grandes retos?

1. Tomando consciencia de su misión trascendente como primera formadora de la persona humana. Labor que recae naturalmente sobre los padres como primeros formadores de sus hijos.

2. Formarse un criterio seguro, es decir, tener buen juicio, sensatez, cordura para juzgar con rectitud lo que es verdadero o falso. Discernir que me humaniza y que me bestializa. Que me perfecciona y que me denigra, lo que se debe hacer o evitar, lo que es o no conveniente, es lo que llamamos conciencia moral. Como actitud habitual, el criterio es una forma de pensar, un estilo de vida, un rasgo destacado del carácter.

3. Constituirse en la primera escuela de principios, valores y virtudes. Se necesitan unas ideas madre que a manera de estrellas polares, guíen nuestro actuar de acuerdo al bien y nos lleven al puerto al que estamos destinados: la plena realización y felicidad.

4. No dejándose manipular, pensar bien las cosas, no ser superficiales para actuar, que nos jugamos el alma en las cosas más trascendentes.

5. Estar atentos que hay posturas, formas de pensar y de hacer que atentan a nuestra fe, a nuestros principios y valores con apariencia de verdad. Ideologías que nos pueden llevar a perder lo más valioso que tenemos: el alma.

6. Ser valientes, no tener miedo de ir contracorriente, sin complejos, fieles a nuestros valores y principios que le dan sentido a nuestra vida. Ser coherentes con lo que pensamos, amamos y hacemos, con unidad de vida.

En definitiva, se trata de defender a la “célula básica de la sociedad”, esa estructura mínima, ese calor de hogar, ese hábitat natural diseñado por el creador y fundamentado en el amor, para llevar al hombre a su plena realización de acuerdo a su naturaleza.

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